Te doy una pista

21/11/2015
Te doy una pistaLNCorre censó la cantidad de escenarios existentes en la Argentina; "pocos quieren organizar torneos", dice la jueza de atletismo María Ignacia Vergara
Ezequiel Brahim PARA LA NACION

Tenemos el óvalo más austral del mundo: una pista de ceniza volcánica entre Bahía Golondrina y Bahía Ushuaia, en Tierra del Fuego, donde se corre bajo cero. Siempre y cuando la nieve no se haya apoderado de ese óvalo de 400 metros.

Del otro extremo de la Argentina, a 2.300 metros de altura, una de las pocas pistas sintéticas del país. El lugar: Cachi, un pueblito de menos de tres mil habitantes, perdido en los Valles Calchaquíes, en Salta. Centro de peregrinación al que acuden a ponerse a punto los grandes atletas, no sólo de la Argentina, también de países limítrofes. La "meca del atletismo de fondo".

Entre una punta y la otra del país, ¿cuántas pistas de atletismo tenemos en la Argentina? Hasta ahora, nadie conocía con exactitud la cifra. Algunos sostienen que hay menos de las necesarias. Otros, que los lugares alcanzan. Tras dos semanas de indagación y medio centenar de entrevistas con referentes del atletismo, descubrimos de todo: pistas, como la sintética de Comodoro Rivadavia, inaugurada hace un año sobre el Golfo de San Jorge, prácticamente cerrada al público, que casi no recibe pisada alguna -es tan estricta que, ni María Diogo, subcampeona nacional de 400 metros le permitieron entrenar-. O la pista de polvo de ladrillo, en San Fernando del Valle de Catamarca, que tiene el triste mérito de ser la única de la provincia. Hay pistas que son promesas de campaña y nunca llegan a completarse, como en la capital de Santiago del Estero. Un óvalo sintético que, como la cobertura de goma nunca llegó, quedó sólo en asfalto -algunos dicen que el dinero de la cobertura se transformó en la camioneta último modelo de un funcionario-.

Ahora bien, ¿son suficientes? "Pistas hay, faltan atletas", advierte Antonio Silio, el más grande fondista de la segunda mitad del siglo XX. "Si las condiciones las tenés, no hace falta que se entrene en una pista." Pero en la pista no sólo se entrena, también se compite. "Para que la pista cumpla su función, se deben realizar torneos", se suma Leonardo Malgor, entrenador de atletas olímpicos. "Pero en muchos lugares, principalmente fuera de las grandes ciudades, faltan jueces de atletismo." A diferencias de otros deportes, un torneo de atletismo, requiere entre 12 y 20 jueces y asistentes. "Si no hay jueces, no hay torneos, si no hay torneos diseminados por el país, se debe viajar mucho", continúa Malgor. "Lo cual suele ser imposible desde lo económico. Los chicos, por falta de competencia y motivación, abandonan."

Entonces, ¿todo este problema se debe nada más que a la falta de oficiales? "No creo que falten jueces, hay en todas las provincias y cada vez más gente quiere formarse", contrarresta María Ignacia Vergara, una de los dos argentinas recibidas de Disertante Internacional en la Federación Internacional de Asociaciones Atléticas (IAAF): en 15 años se recibieron con ella 450 jueces en todo el país. "Incluso no es necesario que todos sean jueces, los profesores de educación física y entrenadores también puede asistir en un torneo. Lo que pasa es que pocos quieren organizar torneos", lamenta Vergara. "Mis alumnos tienen que viajar mucho para poder asistir a competencias y realizar prácticas para obtener el título de Juez de Atletismo."

A diferencia de Uruguay, donde los 19 departamentos tienen su propia Federación de Atletismo, en la Argentina nos falta un largo trote por realizar. En cinco provincias no hay federación alguna o están a medio camino de concretarse, lo cual dificulta la aparición de torneos. Así, los atletas se aburren. Y las más de 240 pistas de la Argentina se cubren de un polvo que se parece mucho al olvido.
Fuente: Diario La Nación

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